miércoles, 4 de agosto de 2010

Odisea maternal

Una amiga mía tiene un hijo de corta edad y lo lleva a la guardería. Las dos tenemos la misma edad y ella es unos pocos meses menor que yo. Está soltera y no tiene pareja. Tuvo a su hijo, no fruto de una relación fallida o de una noche loca. Lo tuvo mediante inseminación artificial cuando tenía veintitrés años. Mi amiga ha tenido varios novios desde la adolescencia. Con el último rompió porque éste no quería ni casarse ni tener hijos. Pero mi amiga estaba decidida a tener un hijo fuera como fuera. Desde pequeña, su madre le había dicho que una mujer sólo podía ser completa si tenía un hijo. El hombre no servía para mucho. No había más que ver los documentales de la naturaleza. Es la madre la que protege a las crías. Al padre casi no se le ve el pelo más que cuando se aparea con la madre. Una afirmación sorprendente. La madre de mi amiga es una mujer muy moderna. No la veo diciéndole a sus hijas (tiene dos) que debe de tener hijos. Pero así se lo dijo. La hermana mayor de mi amiga se casó muy joven para poder tener hijos lo antes posible. Mi amiga estuvo trabajando y ahorrando para someterse a una inseminación artificial. Ella tenía la creencia de que todo sería fácil. Un pinchacito y se quedaría embarazada. Pero el proceso era más complicado. Tuvo que estar hormonándose durante varios días hasta que pudo someterse a la inseminación artificial. Pero la primera inseminación falló. Mi amiga se deprimió. Estaba segura de que iba a conseguirlo a la primera. Lo había visto en la tele. Una mujer se somete a una inseminación artificial y se queda embarazada a la primera. Había pecado de ingenua. Su ginecóloga le explicó que era probable que no se quedase embarazada hasta la segunda o la tercera vez porque eran pocos los casos en los que una mujer se quedaba embarazada cuando era inseminada una primera vez. La ginecóloga acertó. Mi amiga se quedó embarazada en la segunda inseminación. Estaba muy contenta. Pero perdió la criatura cuando estaba embarazada de dos meses. Se hundió en una profunda depresión. La ginecóloga le explicó que el número de abortos era mayor en este tipo de embarazos. Mi amiga dejó pasar dos meses, se sometió a una tercera inseminación, fallida, y a una cuarta, en la que, finalmente, se quedó embarazada. Se gastó una fuerte suma de dinero, pero no le importaba. Estaba segura de que su embarazo sería un camino de rosas, pero estuvo enferma durante todo el embarazo y pasó más tiempo acostada que de pie. Su ginecóloga le explicó que tenía que cuidarse muchísimo, ya que este tipo de embarazos es más difíciles de llevar que cuando una chica se acuesta con un chico y se queda embarazada. Mi amiga no quería ni pensar en lo que sería el parto, pero su ginecóloga, para no correr riesgos, le programó una cesárea. Mi amiga quería tenerlo de forma natural y no le gustó nada que le programasen una cesárea antes de la fecha en la que tenía que salir de cuentas. Aún así, cuando llegó el día, fue al hospital, le hicieron la cesárea y tuvo a su hijo. El niño había pesado al nacer unos dos kilos y algo y estuvo en la incubadora. Cogió peso rápidamente y mi amiga pudo llevárselo con ella a casa al cabo de unos días, cuando a los dos les dieron el alta.
Ahora, mi amiga está preocupada. Su abuelo, al que tanto quería y que tanto la ayudó cuando quiso quedarse embarazada, murió hace un par de años. Ha tomado conciencia de que sus padres tampoco van a vivir muchos años. Su hermano pequeño va al instituto y no se ocupa gran cosa de su sobrino. Su hermana tiene sus propios problemas, con cuatro hijos a los que criar y un matrimonio que se va a pique. Su hijo está empezando a hacer preguntas. ¿Quién es su padre? ¿Dónde está? ¿Por qué no tiene más primos? ¿Por qué sólo tiene dos abuelos cuando sus amigos tienen cuatro? Entiendo los nuevos modelos de familia. Pero hay preguntas que todo niño se hace, esté en el siglo en el que esté, y hay situaciones que les cuesta trabajo entender. Mi amiga no sabe cómo explicarle a su hijo el día de mañana cómo vino al mundo porque piensa que no lo entenderá o porque se hundirá al saber que jamás podrá conocer a su padre (no se puede acceder a los archivos de los donantes de esperma). Además, tiene miedo de que le pase algo. Sospecha que ni su hermana ni su hermano querrán ocuparse de su hijo. Piensa que le ha privado a su hijo de algo muy importante. El derecho a tener un padre que lo quiera y que se ocupe de él. Y tiene miedo de que eso le pueda pasar factura el día de mañana.
Ya hablaré en otra entrada de lo infravalorado que está el papel del padre.