jueves, 23 de septiembre de 2010

ADVERTENCIA

• Estas historias están narradas en primera persona. Sólo conocemos lo que piensa y lo que sienten las narradoras. Las cartas que recibieron de sus amantes se han extraviado. De ellos sabremos gracias a sus gestos, a su manera de hablar, de expresarse, de pensar… Pero no aparecen en esta historia ni sus cartas ni tampoco aparece su diario.
• Me disculpo con aquellos lectores a los que no les guste que no hayan villanos en esta historia ni haya intrigas ni tampoco conspiraciones. El 99% de las personas viven una vida normal, sin grandes sobresaltos. De vez en cuando, todos tenemos alguna pequeña aventurilla.
• También me disculpo con aquellos lectores a los que les desagrade que los galanes sean chicos de dieciocho años de aspecto siniestro, pero, al mismo tiempo frágil. No me gustan los héroes que tienen un aspecto musculoso. Quizás, algún día, mi héroe tendrá unas facciones duras y atractivas, posea unos potentes músculos y sea cínico, duro y viril, pero, mientras tanto, mi héroe será un chico normal y corriente. Con apariencia delicada y frágil. Admitamos que a muchas mujeres nos gusta proteger y mimar a nuestras parejas. Está bien sentirnos protegidas, pero también nos gusta proteger.
• Lamento también que mis heroínas sea una chica de dieciséis años de apariencia angelical y sin el cuerpo de una Barbie. Parthenia es la chica buena por antonomasia. Podría parecer la eterna secundaria de una novela romántica. La chica callada y sumisa que hace de comparsa de la heroína (que bien podría ser Augusta, su prima). Pero la manera de pensar de las protagonistas, el modo en el que finalmente se entregan a sus amados amantes y sus fantasías macabras las hacen, en mi humilde opinión, más interesante que las otras, las cuales sufre un agudo pánico al sexo, debido a las ideas que le han metido sus madres en la cabeza. La inmadurez sexual de las secundarias y la lascivia reprimida de los secundarios (que podría ser el héroe de cualquier novela romántica de no ser porque es muy reprimido y misógino) harán que sea imposible que su historia de amor (muy secundaria) avance.
• Lamento, además, que alguien pueda sentirse ofendido cuando la protagonista habla con tanta naturalidad de sangre y vísceras y sienta deseos de asesinar a su primo y amante y comérselo así como de que desee que él la asesine y se la coma. El deseo puede expresarse de muchas maneras. Así como en diversas novelas, la relación amorosa se desarrolla entre violaciones que sufre la heroína fuerte y decidida a manos del galán de marras, ¿por qué mi protagonista no va a desear beber la sangre de su primo o comer su carne? Si las autoras de novela romántica ven bien una violación, ¿no pueden ver también bien el deseo de cometer un acto de canibalismo? Después de todo, violación y canibalismo son delitos.