viernes, 5 de noviembre de 2010

Y SIGUE "PLEAMAR", EL FANFIC DE "SOMBRA Y ESTRELLA"

Samuel soñaba con casarse con Kai.
Pero su matrimonio, de llegar a realizarse, sería una unión casta.
No compartirían cama.
Samuel se encargaría de cuidar y de respetar a Kai. Sin embargo, cada vez que la veía, la muchacha despertaba un anhelo desconocido en él. Desde hacía algún tiempo, Samuel tenía fantasías con Kai que le llenaban de vergüenza. ¡Cielo Santo! ¿Cómo podía pensar aquellas cosas de Kai?
Lo que él ignoraba era que Kai también sentía algo muy extraño por él.
El corazón de Kai latía muy deprisa cuando Samuel estaba cerca de ella.
Tanto lady Tess como lord Gryphon sospechaban que podía pasar algo entre ellos. O que estaba pasando algo entre ellos...Algo muy especial...No tenían pruebas por el momento. Pero tenían que admitir que su hija y el joven que habían rescatado del Infierno hacían una buena pareja. ¿Por qué no les gustaba la idea de que Samuel fuese su yerno? No era sólo el horrible pasado de Samuel. No. Era otra cosa...Era su origen...¿Qué sabían ellos de aquel joven? Nada. No sabían nada él.
Podía ser el hijo de un delincuente...
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En Londres, Leda hacía un gran esfuerzo por no quedarse dormida. Tenía que terminar el vestido que tenía en sus manos. Era un vestido precioso. De color verde musgo. Igual que los ojos de Leda.
Los ojos de la joven se llenaron de lágrimas.
Ella nunca había tenido nada bonito.
Todos los vestidos bonitos que pasaban por sus manos eran de otras mujeres.
Leda se secó las lágrimas. ¿Qué era lo que le decía la señorita Myrtle? Llorando no vas a conseguir nada ni vas a llegar a ninguna parte. Leda todavía creía oírla. En ocasiones, odiaba a la señorita Myrtle. Le había dado una educación muy estricta. Pero, al mismo tiempo, la había querido. Y ella, a su vez, también la había querido.
Dejó de coser.
Alzó la vista al techo. Empezó a rezar, pese a que no tenía su rosario entre las manos. No importaba.
Leda había soñado con encontrar al hombre de su vida. Y sería un muchacho joven, dulce y sensible. Además de rico y guapo.
Despertó de su ensoñación al escuchar unos golpes en la puerta.
-¿Quién es?-preguntó.
-Soy la señora Dawkins-respondió una voz agria y femenina al otro lado de la puerta-He visto que tiene la luz todavía encendida. ¿Se encuentra bien? ¿Se ha puesto enferma?
-Estoy trabajando. Ahora la apago.
-No quiero que me gaste luz.
-Descuide...Yo se la pagaré...
-De acuerdo.
Leda también creía odiar a la señora Dawkins, su horrible casera. Suspiró con visible alivio cuando oyó cómo se alejaba. Aquella mujer parecía que la estaba espiando. Continuó cosiendo.
Cuando me case, pensó Leda, tendré montones de hijos y los vestiré como auténticos Príncipes. Me casaré con el hombre que yo quiera y que me quiera a mí. Y seremos muy felices. En su inocencia y su ingenuidad, Leda pensaba que los hijos venían con el matrimonio. Y que el amor era una cosa sencilla. No se le pasaba por la cabeza enamorarse de alguien que no se enamorase a su vez de ella. ¡Paparruchas!, pensó Leda.